CÓMO ENSEÑARLE A TU HIJO A SER ORGANIZADO

por Pamela Alejo

Se dice que hay niños que «nacen organizados» y otros que «son desorganizados». Sin embargo, independientemente de su personalidad, esto no debe ser una excusa para culparlos por los métodos ineficaces que hemos aplicado al incentivarlos a mantener el orden. Errores como usar la organización como castigo, sobornar para que realicen tareas o no dar el ejemplo con nuestras propias rutinas y espacios ordenados (como el clóset) pueden afectar su aprendizaje.

Antes de comenzar, es fundamental recordar que la meta principal es establecer una práctica que permita al niño asumir de manera natural y lúdica este hábito saludable. Es clave evitar que perciba la acción de ordenar como algo ajeno a su entorno, delegándoselo a otra persona. En cambio, debe integrarlo fácilmente para que, en el futuro, le resulte natural mantener el orden.

1. Comunicación en familia: ¿Dónde ubicamos cada cosa?

Es importante definir, junto con el niño, dónde quedarán ubicados los diferentes objetos con los que interactúa a diario. Es decir, asignar un lugar para cada cosa y asegurarse de que todos en la familia sepan dónde va cada elemento, principalmente la ropa y los juguetes.

Para la ropa, revisa su rutina: ¿dónde se viste?, ¿dónde deja la pijama? Esto facilitará la elección de lugares adecuados en su habitación para colocar la ropa sucia, la toalla y el uniforme. Lleguen a acuerdos y, sobre todo, faciliten el proceso con organizadores accesibles para que el niño pueda guardar sus cosas sin dificultades. No lo pongas a escalar para colgar la ropa ni a recorrer toda la casa para depositar un objeto.

En cuanto a los juguetes, es tu responsabilidad como cuidador proporcionar un canasto u organizador para cada categoría. Así, el niño entenderá que los carritos «duermen» en un lugar, los libros «descansan» en otro y las fichas «se mantienen juntas». Un error común es dejar una repisa o un canasto con todos los juguetes revueltos. Si puedes marcarlos con imágenes que indiquen qué tipo de juguete va en cada lugar, será un recurso útil que reforzará su capacidad de recordar y clasificar.

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2. Crear rutinas: ¿Cuándo y cómo ordenar?

Así como hay momentos para jugar, también los hay para guardar. Sin embargo, recoger no tiene por qué ser aburrido. Si los padres acompañan a los niños en la tarea con una actividad divertida, todo será más fácil.

Tanto el niño como los adultos deben tener claro en qué momento se realizan estas tareas dentro de la rutina diaria. Por ejemplo, después de jugar, el niño recoge los juguetes, se lava los dientes y luego se pone la pijama.

Cuanto más pequeños sean, más creativos debemos ser. ¿Qué tal si saltamos como canguros y el que más juguetes recoja gana? O podemos hacer una carrera para ver quién encesta la ropa sucia en su contenedor. Estas dinámicas fortalecen el vínculo familiar y el trabajo en equipo.

Además, la técnica Montessori de rotación de juguetes es muy útil para evitar que los niños se abrumen con demasiados objetos a la vez. Una vez que cada categoría tiene su contenedor, los padres pueden ir rotando los juguetes, dejando solo algunos accesibles mientras los demás se guardan en un clóset o repisa superior. Al día siguiente, se pueden intercambiar. Recuerda que limitar la cantidad de juguetes fomenta la imaginación.

3. No esperar la perfección en el niño

Es importante que los padres no tengan expectativas demasiado altas sobre la perfección en los niños desde el inicio. Exigir que doblen la ropa impecablemente, tiendan la cama de manera perfecta o guarden los juguetes con precisión puede generar desinterés y frustración.

La meta principal no es que realicen las tareas de manera impecable, sino que, desde pequeños, se familiaricen con ellas y las vean como algo natural, tal como lavarse los dientes o ponerse los zapatos antes de salir.

Con paciencia y creatividad, podemos integrar estas rutinas en su vida diaria, haciéndolos partícipes en lugar de delegarlas siempre a los adultos. Algunas tareas que pueden realizar en casa son:

  • Guardar los juguetes después de jugar.
  • Poner la ropa sucia en el canasto.
  • Tender la cama.
  • Doblar su propia ropa.
  • Barrer.
  • Poner los platos en el lavavajillas.
  • Lavar platos sencillos.

Implementar estos hábitos de manera gradual hará que, con el tiempo, el niño incorpore la organización como parte de su vida cotidiana.

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